domingo, 7 de abril de 2013

Comportamiento ante la obesidad buscando dienta equivocada





"No puedo, estoy a dieta." Es una de las frases más escuchadas en los ambientes laborales, en la propia familia o en las reuniones con amigos, donde nunca faltan las tentaciones que ponen en jaque el objetivo de bajar de peso. Sin embargo, ante esta situación, existe cada vez más evidencia que indica que la respuesta correcta debería ser: "No gracias, estoy cambiando mi estilo de vida".
En materia de obesidad, los médicos, nutricionistas, psicólogos y deportólogos, coinciden en que ya no basta sólo con una dieta o plan nutricional para combatir la el sobrepeso, sino que su tratamiento exige un abordaje multidisciplinario y que para lograr el éxito a largo plazo es necesario un verdadero cambio del estilo de vida.
"Se trata de elaborar una estrategia de trabajo que permita cambiar malos hábitos de vida en general, entre los cuales están incluidos la mala alimentación y el sedentarismo”.
"La problemática es absolutamente multidisciplinaria y multifactorial. Es absurdo reducir el problema de la obesidad a la disyuntiva de si la dieta tiene que tener grasa o no", "la gente que quiere resolver el problema de su obesidad o aquella que tiene una mala alimentación continua y permanente, no debe hacer una dieta para adelgazar, sino dejar de hacer la dieta para engordar que viene haciendo".
Todo un cambio de paradigma que invita a pensarlo dos veces antes de optar por alguna de las soluciones mágicas contra la obesidad:
DIETAS MILAGROSAS. Son las dietas que prometen mucho descenso de peso en poco tiempo y se presentan como la fórmula ideal. La propuesta suena tentadora pero no es recomendable. "Cualquier dieta atípica puede llegar a servir para que la persona baje algunos kilos de peso -por la novedad o por el motivo que fuere-, pero la realidad es que cualquier plan alimentario que la persona no sea capaz de sostener en el tiempo no es recomendable".
"Ninguna de estas dietas tiene características de normalidad a futuro, sino que se plantean simplemente estrategias de corto plazo para bajar unos kilos de peso. Es importante tratar de mejorar el problema general de la obesidad, que responde a un problema de cultura alimentaria, ligada a la forma en la que vive cada persona. Y esto último no depende de su voluntad, sino también de su entorno y de las posibilidades que le brinda el medio-".
Por otra parte, las dietas "milagrosas" no siempre son inofensivas sino que pueden implicar ciertos riesgos para la salud. "A veces los descensos rápidos de peso deshidratan a las personas, les traen problemas de pérdida de potasio, pueden generar alteraciones de salud e -inclusive- comprometer hasta la vida", "al no actuar normalmente sobre los cambios de hábitos y de la cultura alimentaria, con estas dietas la recuperación de peso es casi segura".
DIETAS ESTANDARIZADAS. No somos todos iguales y las dietas no deben pasar por alto esas diferencias. Sin embargo, es común encontrarse con planes nutricionales simplistas que brindan las mismas indicaciones y prometen los mismos beneficios para todos, sin reparar en características particulares propias del sexo, la edad, o las condiciones de salud. "El tratamiento de la obesidad tiene que estar ligado a los gustos, hábitos, necesidades, posibilidades y problemas de salud de la persona, porque de ese modo se podrá llegar a garantizar que sea capaz de sostener ese plan nutricional en el tiempo", subrayó el especialista.
"Como este tipo de planes estandarizados no están pensados para el largo plazo ni para el cambio definitivo de hábitos -alimentarios y físicos-, al volver a la alimentación original, la persona comienza de nuevo con el problema", advirtió.
SUPRIMIR GRUPOS DE ALIMENTOS. Bajo la premisa de no caer en círculos viciosos o evitar productos "adictivos" se han publicitado dietas que eliminan de la nutrición grupos enteros de alimentos, como por ejemplo, los carbohidratos. No obstante, los expertos concuerdan en que esa tampoco resulta una alternativa acertada. "Las dietas que suprimen algún grupo de alimentos pueden contribuir a que la persona caiga en ciertas carencias. Esto dependerá del grupo de alimento que se haya suprimido y del tiempo que transcurra haciendo esa dieta. Hay algunos componentes de la alimentación -tanto macro como micronutrientes- que si no están presentes durante un determinado período de tiempo pueden llevar a consumirse las reservas que posee el organismo y generar carencias de ciertos micronutrientes", señaló De Girolami.
Además, el médico nutricionista comentó que estas carencias causadas por las dietas monótonas o en las que faltan determinados grupos de alimentos pueden adoptar formas subclínicas (ocultas): "Son personas que no saben que tienen una determinada carencia y la tienen justamente porque no están comiendo cierto grupo de alimentos en forma permanente y continua. Esto también puede originar enfermedades".
CENTRARSE EN UN SOLO GRUPO DE ALIMENTOS. Otra tendencia que se ha puesto de moda en materia de dietas es las que propone consumir productos de un único grupo alimenticio (por ejemplo, el proteico). Al respecto, el especialista opinó: "El organismo necesita de todo. Somos omnívoros y necesitamos todo tipo de nutrientes, no vivimos sólo de proteínas. Las necesitamos, pero no es lo único".
En esa misma línea, De Girolami remarcó que "una de las cosas que pueden atentar contra la buena nutrición de las personas es la monotonía alimentaria", y es por eso que los tratamientos contra la obesidad buscan que la persona no coma siempre lo mismo. Así se evitan las carencias de nutrientes.
REDUCCION EXTREMA DE CALORIAS. Es habitual encontrarse con dietas que garantizan un significativo descenso de peso pero a costa de sugerir un plan nutricional que no incluye más de 600 o 700 calorías diarias. "Esa no es la forma de resolver el problema de la obesidad -aclaró el expresidente de la SAN-; una cosa es adelgazar y otra es bajar de peso. Todo tratamiento extremo conlleva sus peligros. Cuanto más nos apartamos de la normalidad, mayores son las posibilidades de caer en algún tipo de problema, ya sea por exceso o por carencia".
Asimismo, De Girolami mencionó que todas las dietas excesivamente bajas en calorías implican el riesgo de hacer que "la persona metabólicamente comience a consumir sus propias reservas -cosa que está muy bien cuando estamos tratando la obesidad, porque se trata de consumir la grasa- pero la reducción de calorías no tiene que ser tan violenta porque sino también está el riesgo de consumir la masa muscular".
MALES ENCUBIERTOS. Hacer ejercicio físico y cambiar la alimentación a veces no da resultados y algunos se preguntan por qué. Y es que existen algunos hábitos que las personas tienen incorporados y creen inofensivos, sin saber que son contraproducentes a la hora de bajar de peso. Un buen ejemplo puede ser el de quienes buscan lograr una hidratación adecuada y consumen grandes cantidades de bebidas saborizadas -ignorando que tienen un alto contenido de azúcar-. "Cuando una persona intenta hacer un tratamiento para la obesidad es importante que lo consulte siempre con un profesional, porque esas dudas aparecen y el profesional lo va a saber resolver. Encarar un tratamiento por cuenta propia no es la mejor idea, en especial por este tipo de situaciones: intentar hacer algo de buena fe y no darse cuenta de que lo está haciendo mal porque la información no es todo lo correcta que debiera", sintetizó.
PERMITIDOS DE FIN DE SEMANA. A menudo, quienes comienzan una dieta hablan de "los permitidos de fin de semana" como una especie de comodín para darse los gustos de los que se priva durante el resto de los días. La realidad es que esta es otra de las trampas en las que se puede caer cuando se busca combatir la obesidad. "Cuando uno habla de "permitidos" implícitamente está hablando de prohibidos. Pero es importante hacer hincapié en que cuando uno decide cambiar su estilo de vida y elegir una nutrición saludable, no existe nada prohibido ni tampoco permitido, existe todo lo medido. Ese es el concepto que debe primar en todo momento", concluyó De Girolami. 

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